Pediatras y psicólogos aseguran que dejar el biberón antes de los 13 meses reporta muchos beneficios. Pero… ¿cómo conseguir que el niño se despida de un objeto amigo para usar la taza, un utensilio que no conoce ni controla?.
Muchos niños en algún momento cambian el atractivo del biberón por el de la taza por su propia voluntad. Entonces… ¿por qué obligarles a dejar un objeto que ahora adoran pero que con el tiempo probablemente olvidarán?
Los pediatras y los psicólogos responden con rotundidad: cuanto más tarden en hacerlo, más difícil les resultará encontrarle atractivo a la taza o al vaso que es igual de complicado y no tiene asas. Mientras tanto, crean malos hábitos para su desarrollo posterior.
¿Por qué abandonar el biberón?
Aunque no se pueda establecer una fecha precisa para decirle adiós, los médicos aconsejan abandonarlo a los doce o trece meses.
Olvidarse de él cuanto antes es un signo más de que empiezan a ser mayores y más autónomos , lo que les ayudará en todas las facetas de su día a día.
Además, usarlo durante mucho tiempo fomenta en muchos casos la aparición temprana de caries. Tanto la leche como la leche de fórmula para bebés o los zumos contienen azúcares, y los dientes se deterioran al exponerse a este tipo de líquidos durante períodos largos de tiempo. En especial si el bebé está acostumbrado a quedarse dormido con el biberón o pasa gran parte del día chupándolo muy despacito (como si se tratara de un chupete).
Los pediatras advierten que algunos niños que continúan con el hábito del biberón una vez cumplido el año y medio pueden padecer deficiencias en su alimentación, aunque generalmente no son graves. No es demasiado común, pero los grandes amantes del biberón, esos que no lo quieren soltar por nada del mundo, suelen recibir mucha más cantidad de leche al día de la que necesitan, por lo que ya no tienen hambre a la hora de comer alimentos sólidos, lo que en ocasiones se traduce en una nutrición inadecuada.
Es bastante complicado conseguir hablar teniendo la tetina del biberón o el chupe en la boca, por lo que el desarrollo del habla puede frenarse o ir más lento de lo habitual.
¿Por qué los niños no quieren dejarlo?
A muchos les conforta, igual que el chupete, porque ejerce las mismas funciones: les calma y les hace sentirse protegidos.
El bibe es un objeto que no solo sirve para alimentarse, para ellos también es un juguete en toda regla: su tetina se puede mordisquear, se agita, rueda… Y hay algunos, los más devotos de San Bibe , que incluso llegan a abrazarlo por las noches.
Además, ¿qué gracia tiene sustituir un objeto al que ya están acostumbrados por otro que no controlan? Ninguna, piensan ellos. Porque, digan lo que digan, no es nada fácil no derramarse encima el contenido de una taza las primeras 50 ó 60 veces.
Técnicas para ayudarles a olvidar el bibe
Estas son algunas buenas tácticas para que la despedida no sea tan dolorosa:
Empezar la transición cuanto antes. Aunque se pongan perdidos, ya podemos empezar a darle vasos a partir de los siete meses, combinándolos, eso sí, con los bibes. A esta edad todavía no pueden ingerir el contenido de una taza, lo único que harán con ella será juguetear, pero por algo se empieza. Pasada esa edad, el proceso puede ser paulatino, primero cambiamos el bibe de leche del mediodía por una taza. Después, poco a poco se irán sustituyendo el resto de biberones.
Paciencia y diversión. Les encanta jugar, así que podemos plantear el cambio del bibe a la taza como una diversión más. Hagamos como que servimos el té un poco antes de la hora de comer para después intentar que tome su comida en una taza. También podemos probar a recoger con él todos los biberones y guardarlos en una bolsa.
Antes de dormir. Muchos niños siguen tomando el bibe de la noche durante muchos años (este es el más cuesta quitar porque les reconforta). Un buen baño caliente antes de acostarse, música relajante, nanas… cualquier táctica que les serene es buena si se consigue que duerman sin él. En cualquier caso, no está de más tener a mano el chupete por si no consigue calmarse.
miércoles, 30 de enero de 2008
Adiós al biberón
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