Pronto tendremos un nuevo inquilino en casa y queremos acogerle como se merece. Un bebé necesita un espacio propio que le dé seguridad. Un lugar donde pueda descansar y soñar, pero también jugar, divertirse, crecer y desarrollarse.
¿Por dónde empezar?
Si la casa tiene más de un dormitorio, elijamos el más apropiado: hay que tener en cuenta la dimensión (cuanto más amplio, mejor), los ruidos (es preferible que sea tranquilo), y las condiciones de luz y ventilación (lo ideal es un cuarto luminoso y bien ventilado). Ahora queda decorarlo.
Lo mejor no siempre es lo más caro, ni lo más vistoso, ni lo más adornado. Antes de nada hay que pensar en algunas cosas básicas: qué necesita realmente el bebé, qué materiales son los más recomendables, cuál es nuestro presupuesto o cómo podemos aprovechar de la mejor manera el espacio que tenemos.
Si se puede, intentemos crear distintas zonas: de juego, de sueño, etc. Pensemos en un entorno cambiante y preparemos una habitación que pueda crecer con el niño (no conviene decorarla pensando únicamente en un recién nacido). En cuanto gatee, necesitará un área libre de obstáculos, sin muebles ni adornos que estorben. En general, cuantos menos elementos decorativos haya, mejor. Así será más fácil de limpiar y recoger.
Y no olvidemos adoptar medidas de seguridad desde el principio. Muy pronto el peque estará intentando encaramarse a las sillas, meter los dedos en los enchufes o asomarse por encima de los barrotes de la cuna.
Tejidos (telas y cortinas)
La ropa de cuna, los visillos y los textiles en general deben ser fácilmente lavables y es preferible que no requieran plancha.
● Las cortinas largas son lianas peligrosas. Es mejor que sean cortas, a medida de las ventanas. Si colocamos estores, tengamos mucho cuidado con las cuerdas para recogerlos y procuremos que no cuelguen demasiado.
● A la hora de elegir sábanas y otras telas, busquemos tejidos naturales que permitan una buena transpiración.
● Y olvidémonos de las tapicerías de tinte. Se recomienda usar fundas extraíbles, telas que soporten las tropelías propias de un niño y que con un lavado queden como nuevas.
Paredes y colores
Cuando pueda levantarse y gatear, nada le impedirá tocar la pared, chuparla, pintarla… Lo mejor, una pintura a prueba de manchas.
● Los materiales han de ser resistentes, lavables y no tóxicos. Para que pueda desarrollar su vena artística sin matarnos del disgusto, podemos colocar algo en la pared que sirva de lienzo, como una pizarra mágica de las que se borran fácilmente.
● Los tonos cálidos, como el salmón, el rosa o el amarillo, son preferibles a los fríos, como el azul y el verde, y a los melancólicos, como el gris o el malva. Los colores claros, sobre todo el blanco, son ideales para los cuartos poco luminosos.
● Si empapelamos la habitación, es preferible escoger papeles lavables. Y si nos decidimos por estampados, que sean suaves y difuminados para que no agobien al niño (evitemos mezclas explosivas como flores con rayas). Podemos utilizar colores más llamativos para su rincón de juegos, pero sin abusar.
● Nos será muy útil reservar un espacio para pegar fotos y notas: calendario de vacunas, próximas visitas al pediatra, etc. Conviene no usar chinchetas, mejor un panel metálico con imanes o una cartulina con adhesivos de quita y pon.
Iluminación
Las luces también ayudan a crear ambiente.
● Por cada metro se necesita un mínimo de 20 vatios. Un punto de luz cenital y otro de luz indirecta es suficiente.
● Una luz piloto acompañará al niño durante la noche.
● Evitemos los fluorescentes y los focos halógenos.
● Conviene fijar los cables a la pared y tapar los enchufes que no se usen. Por seguridad, comprobemos que las lámparas y accesorios funcionan bien.
Suelos
Elijamos un material duradero, a prueba de juegos y carreras, y capaz de amortiguar los golpes.
● Ha de ser cálido y seguro, para que favorezca el gateo y las caminatas sin calzado. Mejor si es resistente, de modo que soporte los juegos infantiles, y no muy duro, para que el niño no se haga daño en caso de caída.
● Los materiales más recomendables son la madera (parqué o tarima flotante) y el corcho. Estos dos tipos de suelo son cálidos, no demasiado duros en caso de impacto y resultan muy acogedores.
● Las moquetas son muy cálidas pero poco higiénicas. Es fundamental mantenerlas limpias, y para ello hay que aspirarlas con mucha frecuencia.
● Si el suelo es frío y duro, podemos colocar una alfombra de fibra natural lavable. Para evitar resbalones, es necesario poner debajo una malla adherente.
Muebles básicos
Al principio, podemos equipar la habitación con el mobiliario básico: camita, cambiador, ropero, baúl de juguetes… A medida que crezca, se pueden ir añadiendo otros elementos necesarios.
Para guardar juguetes
Cuanto antes tengamos un contenedor para la juguetería, mejor para todos. El número de juguetes crece en relación proporcional con los meses que va cumpliendo nuestro hijo y, al final, siempre tiene más de los que nos gustaría.
● Los contenedores más prácticos son los que tienen ruedas porque se pueden trasladar fácilmente.
● Otra opción son las cajas con tapa (de plástico o de cartón, y mejor si se pueden apilar), baúles, cestas… Todo lo que ayude a recoger el cuarto de forma rápida y eficaz, sirve.
● Las cajas deben estar al alcance del niño para que pueda disponer de sus cosas libremente.
Bañera y cambiador
Las opciones son muchísimas. Se pueden adquirir ambos elementos por separado u optar por un modelo combinado. Los hay de diversos materiales y formas, según las necesidades de cada cual: plegables, tipo cómoda (con puertas y/o cajones para guardar cosas), de madera, de plástico… Una posibilidad barata es reconvertir una cajonera en cambiador, fijando encima una pequeña colchoneta de plástico con velcro.
Cuna
Existe una gran variedad de cunas en el mercado. Intentemos no marearnos cuando vayamos a comprarla. Lo fundamental es que sea un modelo seguro y que esté homologado (se comprueba mirando la etiqueta). El acabado, el color o el material (madera noble o prensada), depende del presupuesto y de nuestros propios gustos. Si se puede, compremos una grande que le sirva desde el primer día y hasta los dos años (o incluso más). Hay que tener en cuenta que el moisés se queda pequeño enseguida. Otra opción práctica es comprar una de esas cunas que se pueden convertir en camas más grandes, en sofás o incluso en escritorios.
miércoles, 30 de enero de 2008
Una habitación a medida para tu bebe
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